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“Cuando el rumbo se pierde, el centro espera”

En la vida, es fácil desviarse. Entre la presión externa y el ruido interno, a veces olvidamos quiénes somos, qué queremos y por qué comenzamos. Esta desconexión no es un fracaso, sino una señal: un llamado suave —o a veces urgente— a volver al centro.
Sabemos que el ser humano busca coherencia interna. Cuando nuestras acciones se alejan de nuestros valores, surge el malestar. Pero también es en ese malestar donde se encuentra la clave para regresar. No se trata de controlar cada paso, sino de recordar el propósito que nos guía. Porque quien tiene un “por qué” claro, puede soportar casi cualquier “cómo”.
Esta es una invitación a detenernos por un momento. A respirar. A reconectar con esa brújula interna que nunca desaparece, solo se silencia. No estamos aquí para perdernos, sino para aprender a regresar, una y otra vez, con más conciencia y determinación.