Tradicionalmente, la estructura familiar se organizaba en torno a una figura parental que ejercía la autoridad y guiaba el rumbo del sistema familiar. Hoy, los roles han cambiado: a veces son los hijos quienes toman la iniciativa. Las familias se han vuelto más horizontales, más democráticas y los papeles se rotan según la situación.

No es raro ver que, en medio de una crisis, un hijo de 20 años sea quien aporte la voz más sensata y brinde palabras de calma y sabiduría a su padre de 50.

En este contexto, la comunicación familiar se vuelve clave. Educar no es solo transmitir conocimientos, sino también enseñar el valor de la inteligencia, de la afectividad, de la voluntad y de la cultura.

Porque, al final, la experiencia demuestra algo simple pero poderoso: una persona con voluntad puede llegar mucho más lejos que alguien únicamente inteligente.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *